INGREDIENTES:
Una lámina de hojaldre refrigerada (mejor que congelada, queda mejor)
500 gr de queso mascarpone
200 gr de dulce de membrillo
PREPARACIÓN:
Se extiende la masa de hojaldre y se coloca en un molde con bordes. Se pincha un poco el fondo y se coloca la mitad del dulce de membrillo cortado en tiras finas (como máximo 0,5 cm de ancho) y se distribuyen por todo el fondo de la masa.Se pone a precalentar el horno a 180º (o lo que indiquen las instrucciones de la masa de hojaldre). Se bate un poco el mascarpone (a mano con una cuchara, no es necesario hacerlo con varillas) y se coloca sobre las láminas de membrillo. Hay que poner el queso a cucharadas porque su textura no permite extenderlo directamente. Se pone todo el queso en el molde y se reparte con una cuchara para que cubra toda la superficie. Aunque parezca que queda a bultos no pasa nada, cuando se hornea se regulariza la superficie. Una vez esté todo cubierto con el queso se pone el resto del dulce de membrillo en tiras colocándolo bonito porque es lo que se verá. Se introduce en el horno la preparación durante aproximadamente 20 minutos o hasta que la parte superior del queso se comience a dorar y el hojaldre esté dorado también. Si es horno eléctrico se pone solo la parte de abajo y los últimos 5 minutos arriba para que se dore, si el horno es de aire no hay problema, se hace por igual. Se retira del horno y se deja enfriar antes de desmoldar. Se desmolda y se deja enfriar. Esta tarta se sirve fría y está mejor de un día para otro. Y sale como mucho por unos 8 € que es un factor a tener en cuenta. ¡Buen provecho!
Simplemente "delicatessen". Mis amigar en todas las reuniones me piden que les lleve una.
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